Entre todas las cosas imaginables que podrían fallar en el transporte público por la ineptitud de los gestores —por darles algún nombre—, ¿quién pensaría en la temperatura?
Si nos preguntan qué puede funcionar mal en un transporte público, todos responderemos cosas como: la frecuencia, la puntualidad, los precios, el estado del vehículo, la atención al cliente, la información… ¿Quién va a pensar que el aire acondicionado puede ser a veces el mayor problema?
Llega el buen tiempo, la gente sale a la calle de manga corta y, aun así, todavía hay quien tiene calor y en mayo ya suda como un cerdo —aunque no los vamos a condenar por eso, pobres. El hecho es que con tal panorama, entras en el tren o el autocar y la refrigeración sitúa la temperatura unos diez grados por debajo de la exterior. Entonces tú, que te has dejado el abrigo de visón en casa, te hielas. Si además tienes la desdicha de ser un cerdo sudado, te hielas al cuadrado. De ahí salimos todos resfriados.
En el metro es todavía peor; todo el calor extraído de los trenes va directamente a los túneles, al andén y sube hasta los pasillos. Por lo que llegas acalorado de la calle y en los pasillos la temperatura sube los diez grados que han extraído de los trenes —ahí ya te mueres un poco— y cuando entras en el tren bajas veinte grados, desde los diez extras del andén hasta los diez eliminados del tren —y ahí te mueres definitivamente.
Pero esto no es un problema exclusivo del buen tiempo porque hay la versión inversa. En invierno sales de casa con tu camiseta interior de manga larga, la camisa, el jersey, el abrigo de visón, la bufanda y el gorro de lana y te metes en un horno. Empiezas a sudar como un cerdo —hasta el más fino— y no sirve desnudarse y vestirse, entre otras cosas porque apilarse la ropa en la falda no alivia el calor y no hay espacio suficiente ni desayuno suficientemente fuerte para cargar con todo en un brazo.
Vuelvo a rebajar mis expectativas. No pido que se den cuenta que una diferencia mayor de dos grados es perniciosa para la salud, que con estos dos grados ya sientes el alivio suficiente para el trayecto. No. Que piensen en el medioambiente, en la energía que se consume y el calor que se libera a las calles. O más frío todavía: que piensen que la factura sube exponencialmente con cada grado y estamos en crisis. ¿Dónde quedó el sentido común?
Tranquil, Òscar: les retallades que hauran d’aplicar per falta de pressupost faran que no quedin calerons per climatització. Amb bona sort, a l’estiu faran els bitllets mida XXL perquè els fem servir de ventall i a l’hivern comptaran amb la massificació per aconseguir una temperatura confortable 😦
La veritat és que prefereixo que sigui així i no haver de patir tant perquè des que posen l’aire condicionat que estic encostipat i amb mal de cap.
Bé, suposo que som una mica masoquistes i ens agrada pagar amb els nostres impostos que ens donguin pel cul d’aquesta manera.
PD: jo sóc un dels porcs suadors (què hi farem!), així que des que agafo la bici, he deixat de patir al quadrat.
Tothom sap que la climatització dels transports públics catalans només té 3 estats possibles:
– Apagat
– Calefacció a 30ºC
– Aire condicionat a 10ºC
Anomenatinutil, i paguem moltes més coses perquè quan vaig a la biblioteca he d’agafar la bufanda expressament per evitar notar (no exagero) corrent d’aire fred directament al clatell. No ho entenc. A veure si també fan retallades per aquí com diu la Montse i ens quedem només amb la primera opció del Pons.
Totalment d’acord amb tu! Sóc de suor fàcil i d’esconstipat crònic així que la meva combinació amb la de del microclima del transport públic és dramàtica!