Me he dado cuenta de que había dejado esto de las fotos de ciudades un poco abandonado (desde enero que no pongo ninguna) y he decidido que ya tocaba una nueva entrada turística. Esta vez os deleitaré con fotos de mi última visita a Bilbao. Sería ideal escribir la entrada en euskera para que fuera más auténtico, pero también sería ideal saber euskera para hacerlo. Así que me resignaré al castellano, que no se puede decir que lo hablen poco por allí.
La ría serpentea a lo largo de la ciudad pasando por el ayuntamiento y el Guggenheim, entre otros sitios de interés. Pasé muchas tardes en el paseo lateral.
Una de las cosas que me llamaron más la atención fueron las escuelas. ¿Veis este palacete? Pues es una escuela, ni más ni menos. Y como esta, muchas. Por cierto, con este edificio, sus vallas, las rayas rojas de la calzada y el cielo gris, ¿no tiene un toque muy de Londres?
Lo bueno de Bilbao es que tiene un centro de los de pueblo de toda la vida: calles peatonales, tiendas, bares y casas, todos pequeñitos. Todas las grandes ciudades deberían tener un sitio así.
Muchas tabernas tienen barriles en el exterior, cuales mesas, donde la gente se junta a beber. Eso me encantó porque prefiero estar en la calle viendo la gente pasar e improvisar charlas con conocidos —o no— que se crucen en vez de sentarme inmóvil entre cuatro ruidosas paredes. Ese día no había nadie porque llovía. No es que llueva siempre en el País Vasco; tuve ocho días de sol y los dos últimos llovió. Es normal que aprovechara los días soleados para hacer cosas sin estar pendiente de la cámara.
Cuántas veces los he visto en películas americanas y dibujos japoneses, y resulta que no hace falta ir tan lejos para verlos. Evidentemente, me desvié para cruzar en diagonal.
Desde la habitación, la cocina y el comedor, lo primero y último que veía de la ciudad cada día era esta plaza. Pero hay un detalle especial. Fijaos en el andamio de la izquierda. Esa semana todavía hacían obras en mi calle y cuando llegué a Bilbao montaron el andamio en mi fachada. Cuando volví a Barcelona las eternas obras habían terminado. Parece que me las llevé conmigo y me han dicho que a día de hoy aún siguen allí.
He estat a Bilbao només durant 6 hores… crec que hi hauré de tornar i dedicar-hi més estona.
A mi això em va passar amb París, però només un parell d’hores i sense veure res…