OÉ, Kenzaburo. La presa. (1959). Barcelona: Anagrama, 2003. [Título original: Shiiku. Traducción de Yoonah Kim con la colaboración de Joaquín Jordá]

«Cuando, en los días de la guerra del Pacífico, un avión enemigo se estrella en las montañas de una aldea de cazadores, los habitantes capturan al único superviviente, un soldado negro. [L]os niños descubren con la llegada del prisionero negro una realidad excepcional, entre el terror y el asombro.»

«La presa» es el mote del prisionero negro

Se trata de una novela muy breve y fácil de leer. De hecho, me sorprendí al ver que llegaba a la mitad del libro y tan sólo se había presentado la historia. Se tarda menos en leer este libro que en contar las anécdotas del verano; lo cual no es malo, siempre he defendido los libros breves. Precisamente, en 1994 Kenzaburo Oé obtuvo con La presa el Premio Nobel (uno más recomendable que El viejo y el mar de Hemingway).

Es gracioso ver las reacciones de un niño japonés frente a su primer negro, especialmente siendo éste un prisionero de guerra, y el impacto que la presencia de «la presa» tiene en el verano de la aldea. Que no os engañe el contexto, no es una novela bélica, son las vacaciones especiales de un preadolescente pueblerino.

Lo que me molesta de la edición que poseo —y de tantas otras ediciones de otras novelas— es el prólogo. En este caso, Justo Navarro dedica 11 páginas (la narración posterior ocupa sólo 94) a resumir el texto con abundante detalle y poca aportación propia de reflexión o análisis, lo cual meramente sirve para estropear el gozo de la lectura. Afortunadamente, nunca leo los añadidos antes del trabajo original —y menudo tampoco después. ¿A qué fin responde un burdo resumen de la obra que se va a leer?